Restaurante Asia di Roma- Bilbao

Restaurante Asia di Roma– Bilbao
Dirección: C/ Hurtado De Amezaga 14 48008 Bilbao, Spain
Teléfono: +34 946 076 546
Web: http://www.asiadiroma.com/

Después de una maravillosa tarde entre risas y carcajadas, y sin que estuviese previsto, mi deliciosa acompañante JL decidió que sería una buena (resultó que buenísima) idea continuar la velada a mesa puesta. Y como cuando alguien tiene “el toque” de elegir bien es mejor dejar que siga eligiendo, y así, idea de ella fue también acudir a “Asia di Roma“. ¿Y quién soy yo para contrariar a tan encantadora criatura? Asia di Roma es la nueva apuesta en restauración de Pedro Lee. En su haber empresarial gastronómico, Pedro Lee, cuanta, además de este Asia di Roma, con Asia Chic, Maho (ya comentado en Rincones Secretos en este artículo) y Buda D Jade.

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Tal y como su nombre sugiere, Asia Di Roma aúna en un único restaurante dos cocinas que ya en su día Marco Polo se encargó de enlazar: la asiática y la italiana. Situado en la calle Hurtado de Amezaga, a un paso de la Gran Vía de Bilbao, el Asia Di Roma lleva abierto poco más de un año, y ya desde sus inicios ha sido un palpable éxito.

Su decoración es limpia, clara, con toques diseminado por las distintas zonas del local, compuesto por una recepción y dos comedores sitos en dos plantas: la baja, a pie de calle, y la superior, desde la que se puede disfrutar de una estupenda vista del trasiego en Hurtado de Amezaga. Plantas, cuadros, tótems, un botellero metálico como si de una biblioteca se tratara, las propias escaleras, conforman los elementos distintivos de un diseño mínimo, nada recargado, elegante, y acogedor. Sin embargo, entendemos que la rentabilidad del negocio obliga a poner las mesas muy juntas, quizás más de lo que fuese conveniente.

Sin embargo, y como era de esperar, el mayor encanto del Asia di Roma está en su carta y en sus menús. En la carta, nada más echar un vistazo a los entrantes, ya apreciamos la mezcla de cocinas: desde el Dim Sum, hasta el Carpaccio de Solomillo con Parmesano. Las ensaladas son lo mejor de la huerta italiana. Arroces y Pastas, con arroces asiáticos como el arroz frito tostado con gambas y la pasta italiana, como el spaghetti bolognese. Las pizzas italianas 100%, como no podría ser de otra manera.  Pescados, donde quizás lo que más llame la atención sean las denominaciones, como los Chipirones al Curry, donde uno al leerlo, no sabe muy bien cual será el origen del plato. En las carnes los platos son abundantes: Yakitori de solomillo, o escalope a la milanesa. En los postres también hay algo de mezcla, pero son mayoría los de origen italiano. Por último una selección de platos especiales, al estilo de los restaurantes asiáticos de estos lares, donde se ofrecen dos platos de pasta emparejados bajo el nombre de una ciudad italiana (Especial Florencia, Especial Turín).

También exise la opción de acceder a dos menús degustación de 24 y 29 € de tres platos y postre, en los que hay que elegir, por cada plato, una opción italiana o asiática. Y de lunes a viernes a medio día cuenta con un menú del día con 5 primeros y 5 segundos y tres postres por 12,2 €.

Mientras nos decidíamos por nuestro “combinado” italo-asiático, pedimos la carta de vinos, que nos sorprendió por lo bien “repartida” que estaba, y por lo inusual de los caldos de la bodega. Tras alabar las bondades de esta y describir algunos de los vinos destacados, mi acompañante decidió que no podía por menos que probar un botella de “Baltasar Gracian Garnacha Viñas Viejas 2006” (vino del que ya tuvimos ocasión de hablar en nuestro artículo). ¡Qué acertada elección!

En nuestro caso, optamos por dos entradas: una asiática, Rollitos Vietnamitas, bien resueltos, aunque la salsa quedaba escasa de sabores. La otra italiana, Carpaccio de Solomillo, que resultó delicioso, de gran calidad la carne, aunque para JL necesitase más parmesano.

En el plato principal optamos por una Pizza Padrino, de generosas dimensiones, y que al verla nos dio la impresión de que quedaría, muy a nuestro pesar, más de la mitad en el plato. Sin embargo, estaba tan sabrosa que apenas quedaron las migas (si, es cierto, JL tiene más “saque”, que no sake, que yo). Para el postre optamos por el tradicional tiramisú, que en este caso nos resultó un poco “fuerte” en el queso (que como Rafael y Nino Balverden bien saben, ha de ser mascarpone).

Al final de los postres nos obsequiaron con un chupito elaborado, del que no sabemos nada, solo que a JL le agradó, y a mí me dejó indiferente (¿sería por el efecto embriagador de la compañía?).

l servicio presenta las mismas características de cualquier restaurante asiático: atentos, amables, aunque apenas les entiendes. Los precios están ajustados, tanto en la cocina como en la bodega, y abre todos los días. Y admite planes con niños, disponiendo de zona de no-fumadores.

Resumiendo, una estupenda opción, diferente en el planteamiento, pero que ofrece lo mismo que otros restaurantes italianos o asiáticos (cualquiera de los de Pedro Lee), pero que resulta interesante en cuanto a las posibilidades que ofrece a la hora de planear una cena con gente con gustos distintos.

Valoración: 7/10