Restaurante La Castela – Madrid

La calle de La Castela es estrecha, no hay aparcacoches, la entrada al angosto comedor está camuflada por una taberna ruidosa y superpoblada. Sin embargo, comer o cenar en La Castela es un auténtico lujo para el paladar.

Lo segundo que tenemos que decidir, una vez que hemos resuelto ir a La Castela, es si queremos comer de pie o sentados en el comedor.

En el primero de los casos, si estamos pensando en ir un viernes o un sábado noche, mejor hacerlo temprano o hacerlo con paciencia y con los codos preparados para hacernos un hueco donde poder dejar los platos, ya que suele estar hasta arriba.

La parte buena de cenar en barra, es que podemos pedir lo mismo que en el comedor, y hacedme caso, la carta es espectacular.

Si por el contrario, nos encaprichamos con sentarnos para yantar, mejor nos planificamos con tiempo. Es importante no llamar a todos nuestros amigos. Reservar una mesa para cenar un fin de semana se vuelve bastante complicado.

Además, el comedor es pequeño, por lo que si pensamos en celebrar la cena de navidad de la empresa, que lo organice un compañero. En total, unas 14 mesas y un reservado con capacidad para 14 personas.

Como buen caprichoso, voy menos a este sitio de lo que me gustaría, por la dificultad de coger mesa y mi escaso olfato previsor.

Una vez sentados en nuestra mesita, en ningún momento nos sentimos agobiados. Sabemos que vamos a un sitio pequeño, que no se nos olvide, esto no es el gran comedor de Castellana 179 por ejemplo. También pienso en la decoración, que bonito es Castellana, probadlo.

El comedor está dividido, 3 mesas por un lado y el resto por otro. Ni agobiados ni oprimidos, yo emplearía el adjetivo íntimo para describir el lugar donde estamos cenando.

Si la carta sorprende al abrirla, más lo hizo el que tuvieran la última vez un Martué, pero no cualquier Martué, sino el monovarietal de uva Syrah del 2004, sencillamente genial. He intentado embriagarme con este elixir en muchos restaurantes, sin éxito, lo segundo digo.

Abrir la carta puede desencadenar uno de los momentos más complicados. ¿Que sucede cuando queremos comprar algo, y nos gusta todo?

Aquí nos puede ocurrir lo mismo, ya que la carta entera, incluso escrito, tiene una pinta muy apetecible. Yo recomendaría comenzar con una cecina de León, para ir dándole salida al vino.

Sabiendo que la materia prima es de muy buena calidad, con la carta de entrantes nos podemos marear. Destacan la ensalada de pimientos asados, los boletus con jamón y huevo, la milhoja de ventresca o los chipirones encebollados.

Para ser sincero, siempre me he quedado con ganas de probar aquí un buen pez. Lo cierto es que siempre que he tenido la suerte de ir, hemos decidido olvidarnos de un egoísta segundo plato y compartir todo, lo que recomiendo sin dudar. Para este fin, se suele prestar mejor la carne. Y aunque la oferta no es demasiado extensa, poco se echa de menos, siempre nos hemos decidido por el solomillo al oloroso con foie que alabanzas se merece. Mi próximo intento, el rabo de toro, solo que por la noche igual…

El servicio, siempre correcto, no se encuadraría en mi top 10 de mejores servicios del universo. Hablo del comedor, porque en barra, es alucinante: da igual la gente o el ruido que haya, que puedes pedir lo que sea de beber, que solo le falta volar.  Y de comer, que tarda lo que tardan en cocinarlo y generalmente es poco!

Como último consejo, solo decir que si cenamos en barra, como buena taberna, nos podemos llevar cierto olor característico que no a todos agrada. En el comedor por supuesto no es el caso.

Sorprende La Castela, sorprende porque a priori, sitios así, vistos desde fuera existen muchos. Pero no en todos, ni mucho menos, podemos encontrar lo que aquí. Recomiendo que lo probéis, seguro que os sorprenderéis y seguro repetiréis.

La Castela
Calle Doctor Castelo , 22
Madrid
28009  Madrid
Tlf 915735590