Restaurante La Virginia – Marbella

Vista de la terraza en la plaza

Vista de la terraza en la plaza

Llevábamos tiempo sin hablar de un auténtico rincón secreto en Marbella y hoy nos hemos decidido a escribir sobre uno de nuestros restaurantes favoritos en la zona. Ya hemos comentado que la ciudad cuenta con una oferta de restauración muy amplia donde caben restaurantes sencillos, otros lujosos y algunos especialmente románticos. Sin duda, en este artículo nos vamos a referir al último grupo de los anteriores ya que la atmósfera y el entorno donde se encuentra invita a pasar una deliciosa velada en pareja.

Se encuentra situado en una urbanización privada que recuerda a un auténtico pueblo andaluz, con casitas blancas, multitud de rincones escondidos y un ambiente único. Llegar allí es bastante complicado pero una vez que se conoce es difícil olvidarse del recorrido. Lo mejor es tomar la carretera de Camoján desde el centro de Marbella e ir subiendo hasta el puente de la autopista. Justo antes de llegar a él hay una calle a mano izquierda donde debemos girar. Unos metros después, encontramos un par de aparcamientos al descubierto donde dejar el coche y continuar el resto del trayecto caminando.

Vista de la terraza en la plaza

Vista de la terraza en la plaza

Según nos vamos acercando al restaurante ya podemos ir viendo el pueblecito, sus callejones, sus fuentes, sus plantas, sus escalones, sus gatos, etc. Finalmente, llegamos a la Plaza de Antonio el Jardinero donde los meses de verano se inunda de mesas del restaurante. Los llenos son habituales por lo que la reserva es absolutamente necesaria.

En la misma urbanización, merece la pena ir al mercadillo que ponen un par de veces al año, una en Navidad y la otra coincidiendo con las fiestas de Semana Santa. Tiene mucha tradición y vende todo tipo de artículos: cuadros, antigüedades, regalos, ropa, etc. Lo organizan los propios vecinos de la Urbanización.

Detalle de mesa

Detalle de mesa

Lo que más nos gusta del lugar, además de su cocina, es la bonita terraza rodeada de casitas del pueblo, donde las noches se llenan de romanticismo, con luces de velas, suelos de piedras, plantas y árboles de distinta naturaleza.

Centrándonos en el restaurante, debemos decir que su origen procede de una familia belga pero son ya casi 40 años los que lleva abierto por lo que las costumbres son mucho más andaluzas que europeas. Tanto el ambiente como el trato es familiar, en concreto de la familia Delvaulx cuya segunda generación mantiene el negocio hoy en día.

La cocina es de corte clásica y ha evolucionado muy poco los últimos años. Se centra en ofrecer muy buenas materias primas y cambiar poco los platos. Los clientes que van a cenar a La Virginia quieren tomar sus platos más típicos como por ejemplo el Paté de sardinas o su Crepe de cebolla caramelizada. La carta de platos recoge, entre los primeros platos, ensaladas, verduras y patés. Los segundos se centran totalmente en las carnes dejando a los pescados un valor puramente residual. De hecho, en nuestra reciente visita, de los tres platos que ofrecen en la carta, ni siquiera tenían salmón por lo que la oferta se redujo a San Pedro y Rodaballo. Fuera de carta, nos ofrecieron un plato que empieza a ser un clásico allí: Arroz basmati con setas troceadas y una loncha de foie.

La web del restaurante, recién estrenada, contiene información interesante ya que ofrece la carta y algunas fotos del sitio. Nosotros también tenemos varias fotos del lugar, de los platos y de la carta con sus precios aquí, en nuestro mural de Rincones Secretos en Flickr. Si no es fácil de encontrar os recomendamos que visitéis nuestras galerías personales en Flickr (naialor -aqui-, monthypm -aquí- y marylebone -aquí-) ya que está toda la información mejor organizada por carpetas. Además, el álbum completo de nuestras fotos de La Virginia está - aquí -. Por cierto, tienen grupo en Facebook - aquí -.

Entre los primeros platos, recientemente hemos tomado el Rollito de espárragos, plato que está formado por dos espárragos blancos con huevo duro, salsa holandesa, tomate y jamón cocido. Es un plato ligero, tipo ensalada, que entra muy bien y es aconsejable para cenar.

Rollito de espárragos

Rollito de espárragos

Seguimos con la Crepe de cebollas, muy rica, como siempre. Pero hay que advertir que se trata de un plato consistente y muy caliente por lo que es menos recomendable para noches demasiado calurosas.

Crepe de cebollas

Crepe de cebollas

De segundo, esta vez probamos el pescado, más en concreto, el San Pedro con su salsa cremosa de limón y vino blanco. Probablemente es la primera vez que lo hemos tomado allí y nos ha sorprendido muy positivamente.

San Pedro con su salsa cremosa de limón y vino blanco

San Pedro con su salsa cremosa de limón y vino blanco

Por último, otro plato que tampoco solemos pedir allí y que también estaba riquísimo, el Cordero Asado, perfecto de punto, suave, crujiente y de gran calidad.

Cordero Asado

Cordero Asado

En cualquier caso, los platos que más recomendamos son el Solomillo a la mostaza o la pimienta verde y Tournedos Rossini.

En lo referente a Postres, de la carta destacan la Crepe de frambuesas y la Tarta de chocolate. Fuera de carta, nos ofrecieron un suave Mousse de chocolate negro que nos encantó. Todos cuestan sobre los 7 euros.

Mousse de chocolate negro

Mousse de chocolate negro

La carta de vinos es corta pero muy bien equilibrada.  Aproximadamente, cuenta con diez referencias de blancos y rosados, cinco cavas, cinco champagnes así como unas treinta de tintos. Resulta llamativo ver algunas referencias del tipo de Vega Sicilia, Alión o Pingus. La pega es que sólo había cinco caldos que bajaran de los 45 euros la botella. Nos gustó encontrar varios de Dominio de Valdepusa. Finalmente, nos decidimos por el vino de la casa: La Planta por 18 euros. Se trata de un vino joven de Bodegas Arzuaga con muy buena relación calidad/precio. Es un vino intenso, con buen equilibrio entre fruta y madura, de cuerpo medio, buena acidez y un final algo amargo.

Vista de la terraza en la plaza

Vista de la terraza en la plaza

La sobremesa es realmente agradable. Nunca hay prisas y es frecuente encontrar mesas hasta las 2:00 o incluso más. El servicio es cercano, agradable, muy amable y con gran profesionalidad. Es otro de los puntos favorables del restaurante.

En cuanto al precio, nuestra reciente cena con vino y copa, costó 70 euros por persona. Es cierto que es algo caro porque con vino de la casa y una copa sencilla, el precio sube demasiado. Sin embargo, si lo ponemos en el contexto de otros restaurantes de Marbella no sobresale tanto el precio como se pudiera imaginar ya que la media es bastante elevada. Por todo ello, es un sitio que nos gusta mucho, que solemos repetir frecuentemente y que no tenemos dudas en recomendar.

Valoración Global – 8,5/10

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